24/8/16

Seis formas de cerrar ciclos


Llamamos ciclo al compilado de momentos vividos, plagados de sentimientos, a los cuales generalmente nos apegamos. El problema en torno a esto surge cuando la mente queda atrapada en momentos pasados, poniendo un freno a nuestro avance personal, y haciendo difícil el presente.

Esa sensación no es más que el apego, que nos ata a personas o a cosas, muchas veces sin sentido. ¿Cómo logramos cerrar un ciclo?


No es olvidar, es descubrir que evolucionamos más allá de la pérdida que atravesamos. Si esto sucede, empezamos a recordar con amor, no con necesidad, y nos sentimos agradecidos por lo que fue en vez de pensar en lo que ya no es. La pérdida se convierte en una experiencia para crecer, aprender, para fortalecernos.

Podés usar más de un recurso para logarlo: psicoanálisis, rituales, técnicas de respiración, de autoayuda... las posibilidades para desencasillarte son infinitas.

De todas maneras, hay seis reglas de oro:

1 Recordar: parece cruel, pero hay que recordar aquello que vivimos y que ahora nos duele. No es posible que todos los recuerdos sean negativos, hay que aprender de lo que nos pasó, aceptar lo que vivimos, y no querer enterrarlo.

2 Perdonarte: es importante no juzgarnos ni castigarnos. No está bien arrepentirse de aquello que no pudo haber sido imaginado con anticipación. Tenemos que enfocarnos en ser empáticos con nosotros mismos, en cuidarnos como lo hacemos con los demás; entendernos como entendimos a todos los que se equivocaron, y hacer foco en las cosas que hicimos bien.

3 Perdonar: ¿suena fácil? Es una de las tareas más difíciles en la vida, y es meramente personal. No importa qué sienten los demás, perdonar sana al margen de qué les pasa o qué hicieron los otros. Da igual si nos lastimaron, nos defraudaron, o nos decepcionaron. Intentemos pensar que fue un mal momento, una mala decisión del pasado que, si estamos atentos, no volverá a pasar.

4 Rendirte: no todas las preguntas tienen una contestación. Los seres humanos intentamos racionalizar todo, hacemos suposiciones, y en consecuencia sufrimos. Intentar responder todas las incógnitas que aparecen luego de una pérdida nos consume toda las fuerza que nos queda.

Es mejor entender que a veces las cosas no son justas a nuestro modo de verlas, ¡ni lógicas!, y hay que aprender a vivir con eso. Hay que rendirse ante el resultado y lograr cerrar el ciclo de verdad.

5 Aceptar: nos guste o no, la gran mayoría de cosas no están bajo nuestro control, y empecinarnos en torcerlas nos trae un nivel inmenso de frustración. Lo mejor para lograr la aceptación es dejar de pensar en las otras posibilidades. ¡El hubiera no existe! Lo que sucedió es lo único que podría haber sucedido. No más vueltas. ¿Y si hubiera esto…? ¿Qué hubiera pasado si…? ¡Chau a las hipótesis!

6 Desprenderte: para desprenderte de tus sentimientos negativos primero tendrás que atravesarlos. Hay que vivir los duelos, no saltearlos. La sanación del dolor requiere tiempo, paciencia y etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Esos son son los escalones (sin orden específico) que tienen los duelos habitualmente. Luego, podemos resurgir con nuevos impulsos.

Llevar a la práctica estos pasos puede ayudarte a volver a sentirte feliz, de manera más armoniosa y de acuerdo a quién sos.