La ciencia explica por qué las voces de mujeres y el llanto de bebés pueden resultar molestos, especialmente para algunos hombres, desde una perspectiva biológica y evolutiva. Las voces
femeninas, con frecuencias más altas (165-255 Hz), estimulan la amígdala, según investigaciones de la Universidad de Sheffield, generando una respuesta de alerta en el cerebro masculino que, en ciertos contextos, se percibe como irritante. Este fenómeno se intensifica bajo estrés o fatiga, ya que el sistema auditivo prioriza estas frecuencias como señales de atención. El llanto de un bebé, con picos de hasta 3000 Hz, está diseñado por la evolución para no ser ignorado, activando instintos de protección o incomodidad, según estudios de la Universidad de Oxford. En hombres, esta reacción puede ser más pronunciada debido a diferencias hormonales y socialización que enfatiza el control emocional. La percepción varía según la sensibilidad individual y el entorno, pero la ciencia destaca que estas respuestas no son universales, sino un reflejo de la interacción entre la biología, la evolución y las dinámicas culturales, que moldean cómo ciertos sonidos resuenan de manera discordante en nuestra mente