31/5/17

CURIOSIDADES ¿Sabías qué? Todos tenemos una comida favorita antes de nacer

El libro "La alimentación es la cuestión. 42 claves para comer de manera inteligente" (Editorial Planeta, 2017), de la periodista Melanie Muhl y la psicóloga Diana Von Kopp habla sobre el mundo de la comida y nuestra relación con ella.



Antes de ver y oír, ya percibimos los sabores y experimentamos nuestras primeras experiencias olfativas.

Por este motivo, nuestra memoria gustativa comienza en el útero. Allí, el feto, a través del líquido amniótico percibe algunos de los aromas influidos por los hábitos alimenticios y preferencias maternas.

Al final del segundo mes de embarazo, se forman las papilas gustativas, y en la semana 12, el feto empieza a tragar.



Durante el último trimestre de gestación, el hábito de succión del feto se adapta al sabor. El bebé por nacer bebe hasta un litro de líquido amniótico por día, y lo hace con mayor frecuencia si este sabe dulce; y, en menor medida, si es amargo.

Esta predilección por lo dulce es tan antigua como la raza humana y demuestra que la naturaleza es muy inteligente. Esta conducta garantiza la supervivencia, lo dulce significa algo que suministra energía a nuestro cuerpo mientras que lo tóxico generalmente tiene un sabor amargo.


Un experimento con zanahorias
La bióloga estadounidense Julie Mennella, del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, y su equipo llevaron a cabo una investigación con zanahorias para demostrar la gran impronta que dejan las experiencias de sabor prenatales y de los primeros años.

Durante el estudio, dividieron a las embarazadas que participaban de la prueba en tres grupos. El primero tomó jugo de zanahoria de forma continua durante el último trimestre del embarazo y agua durante los primeros meses de la lactancia; el segundo comenzó a consumir jugo de zanahoria inmediatamente después del nacimiento, y el tercero no lo incluyó nunca.

Cuando se llegó a la etapa en la que el bebé ya podía comer alimentos sólidos, se le dio papilla de avena, cocinada algunas veces con jugo de zanahoria y otras con agua. El estudio determinó que los bebés que ya conocían el sabor de las zanahorias comieron más cantidad de papilla preparada con su jugo y mostraron menos gestos negativos que los bebés que no lo conocían.

Según Menella, cada criatura tiene sus propias experiencias en relación con los alimentos y éstas varían todo el tiempo. Cuando un bebé empieza a consumir alimentos sólidos, lo más seguro es que coma preferentemente, y que reconozca como comestible, lo que comió la madre durante el embarazo o la lactancia. Cuanto más sana y variada es la alimentación de las embarazadas y de las madres lactantes, más abiertos son los hijos a los nuevos sabores.

Alimentos como la vainilla, el ajo, el anís, el queso azul y la menta tienen sabores intensos que se abren paso hasta la leche materna.

La comida favorita de la infancia se ancla tan firmemente en nuestra memoria autobiográfica que, muchas veces, se mantiene durante toda la vida como nuestro plato favorito.

¿Alguna vez te preguntaste qué comía tu mamá durante el embarazo?