APP DE LA 106, PARA ESCUCHAR CON TU CELULAR

APP DE LA 106, PARA ESCUCHAR CON TU CELULAR
INSTALALA DESDE GOOGLE PLAY DALE CLICK A LA IMAGEN O BUSCA "RADIO LA 106 APP"

3/4/12

Monseñor Hugo Manuel Salaberry - Misa Crismal del 2012

“Hoy se ha cumplido este pasaje de la escritura que acaban de oir...” nos conduce casi sin mediaciones a aquellas últimas palabras suyas antes de su muerte en la cruz: “Todo se ha cumplido e inclinando la cabeza entregó su espíritu...”, después de haber bebido el vinagre, signo y homenaje del desprecio y del odio que la humanidad incrédula le hizo al Hijo de Dios en su despedida, creyendo efectivamente que ese homenaje era ponerle piedras definitivas a una historia que en realidad recién comenzaba. “Todo se ha cumplido” nos quiere decir en un sentido privilegiado, que no ha quedado un punto de la i ni un ápice de la ley o una profecía sin cumplirse. Desde chiquitito el Señor estuvo acostumbrado a cumplir la ley, porque sus padres así le enseñaron esa práctica. Así lo llevaron al templo por primera vez, para cumplir con la ley. Y llevaron además ofrenda de pobres, para cumplir con lo que establecía la ley. Su “entrada en sociedad”, tal vez su primera salida, fue ir al Templo para ser consagrado, cumpliendo la ley. Sus padres eran personas temerosas de Dios y conocían la ley y la respetaban. Sin embargo desde los comienzos también le hicieron saber que la vida a la que el mismo Dios y Señor llama e invita, puede trascender esa ley. Los fariseos cumplían la ley y los doctores la conocían, sin embargo ninguno de ellos estuvo en el pesebre. No continuaron el camino hacia donde la ley conduce y quiere conducir o mejor aún, debe conducir. No habrán querido ensuciarse? O no habrán querido oler como los pobres? Ni ellos, ni el pueblo judío en general, con todas las prescripciones de la ley judaica, pudieron predeterminar las acciones y apropiarse de Dios, menos encontrarlo y mucho menos conocerlo. Y eran gente del pueblo elegido... San José y la Virgen, aprendieron que cuando habla el Señor, trasciende la ley. No la ignora. La trasciende. Por eso son capaces de ponerse en camino y superar esa parálisis que somete a todo aquel que sólo cumple la ley y quiere conformarse con eso aunque su camino sea triste. En nuestro tiempo, y me perdonarán esta digresión, estamos acostumbrados como católicos sólo a cumplir la ley. La Virgen lo supo porque fue llamada a ser Madre, estando sólo comprometida. Y lo que siempre es dulce espera, fue en ella, próxima al parto, áspero camino hasta el lugar de origen de su esposo. Y dio a luz en la oscuridad de un pesebre, con animales como testigos silenciosos del Dios hecho hombre, promesa de salvación para todos. No hay ley positiva humana que pueda prever estos hechos. Solo la ley suprema de la caridad y la disposición interior de una mujer, pudieron hacer que en sus actos cotidianos, más allá de la ley resplandezca la voluntad de Dios y se haga carne en Ella. Para San José no fue más fácil. Debió aceptar un hecho decididamente contrario a la ley, incluso penado con la muerte. Hombre justo, finalmente, acepta lo que el Señor le inspira en sueños. Y no hay reproches posteriores, sino silencio y cumplimiento. “Hizo lo que el Señor le dijo...”. Lejos de ser transgresores, porque de hecho cumplen con toda ley, encuentran a Dios en los acontecimientos cotidianos, aunque no sean los que tenían previstos o lo que la ley indicaba. En ellos floreció la Vida y así la enseñaron a su Hijo. No sin dolor. Pero en esa enseñanza estaba la perfección. La perfección que subyace en el apasionante camino que transcurre desde “Este pasaje se ha cumplido hoy...” hasta el “Todo se ha cumplido” final. La humanidad, nosotros con ella, nos asemejamos a este joven rico que no se dejó conquistar, seducir por esa mirada de amor con la que el Señor lo miró. Prefirió seguir cumpliendo la ley, lo que hacia desde niño e hizo siempre, aunque su vida se volviera triste, por no aceptar la propuesta de perfección del Señor de dejarlo todo y seguirlo. Nos encontramos como Iglesia con la realidad de estar cumpliendo en muchos casos la ley pero rechazamos el encuentro personal con el Señor, que hoy, precisamente hoy y ahora, nos vuelve a conmover con esa mirada llena de amor (“...lo miró y lo amó...”) y porque no decirlo, vuelven a resonar muy fuertes, constantes e inquietantes en nuestras almas, aquellas palabras que siguen al sentimiento de amor: “...si quieres ser perfecto, deja lo que tienes, dalo a los pobres y luego ven y sígueme...”. En el día sacerdotal, que estas palabras no dejen de resonar muy fuerte en cada uno de nosotros, superando nuestra natural sordera con la certeza de que detrás está la mirada llena de amor del Señor. Que no hay nada que temer Que cuando nos llegue el momento del “todo se ha cumplido”, cuando, según nuestro deseo, estemos con el Señor en la cruz, también podamos decir que no nos hemos reservado nada, que la Buena Noticia llegó a los más pobres, que se anunció la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, que los oprimidos quedaron libres y se proclamaron años de gracia del Señor. //Gracias por tu visita//