La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) advirtió recientemente sobre el crecimiento descontrolado del uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores, considerándolo un problema sanitario de gravedad. Uno de los principales riesgos identificados es la percepción generalizada de que estos dispositivos son menos dañinos que los cigarrillos convencionales, algo que no se condice con la evidencia disponible.
Aunque se los presenta como una alternativa más segura, estos productos contienen nicotina y otras sustancias que pueden resultar igual o incluso más perjudiciales para la salud. Además, su diseño y sabores atractivos fomentan el inicio temprano del consumo en adolescentes, abriendo la puerta no solo al tabaquismo sino también a otras adicciones.
A pesar de estar prohibida su venta, distribución y promoción en Argentina, estos dispositivos se comercializan de manera ilegal y sin controles, lo que impide conocer con certeza su composición y proceso de fabricación. Su acceso irrestricto representa un riesgo especialmente alto para la población joven.
Uno de los puntos más preocupantes es que las campañas de marketing, muchas veces diseñadas por empresas tabacaleras, apuntan directamente al público adolescente. A través de envases llamativos y estrategias publicitarias cuidadosamente planificadas, buscan captar la atención de un grupo etario que, por su vulnerabilidad psíquica y emocional, es más propenso a desarrollar dependencia.
La idea errónea de que el vapeo no implica riesgos serios está muy extendida. Sin embargo, su uso se asocia con síntomas respiratorios como tos y sibilancias, así como con molestias generales como náuseas, vómitos, dolores de cabeza y mareos. Además, puede interferir con el desarrollo cerebral, que continúa hasta los 25 años, afectando funciones cognitivas clave como la memoria, la atención y la capacidad de aprendizaje.
Muchos adolescentes comienzan a vapear por presión social, curiosidad o para aliviar malestares emocionales, sin dimensionar las consecuencias. La nicotina presente en estos dispositivos no solo genera adicción, sino que también puede empeorar cuadros de ansiedad, depresión e insomnio, afectando la autoestima y dificultando la autorregulación emocional.
Otro de los riesgos identificados es la posibilidad de desarrollar una enfermedad pulmonar grave conocida como Injuria Pulmonar Aguda por Cigarrillo Electrónico, la cual puede deteriorar de forma significativa la función respiratoria. Esta condición ha sido motivo de alerta por parte de organismos oficiales de salud.
Finalmente, se señala que la creencia de que los vapeadores ayudan a dejar de fumar no cuenta con respaldo científico sólido. Por el contrario, su uso puede actuar como puerta de entrada al consumo de tabaco tradicional, tanto por razones económicas como de accesibilidad.