
Los elefantes tailandeses pasaron de librar épicas batallas durante el glorioso Reino de Siam a quedar relegados a pedir limosna y exhibirse como una atracción más en las calles de Bangkok.
Saamjon, el cuidador o "manhout" de un paquidermo de dos metros y medio de alto, vende caña de azúcar por 20 bat (un dólar o 80 céntimos de euros) para que los viandantes se diviertan dando de comer al animal, en el barrio capitalino de Nana.
"No me gusta deambular con mi elefante, pero no tengo otro remedio. En mi aldea no hay trabajo para él y es muy caro mantenerlo", explica este tailandés de 34 años y procedente de la provincia de Surin, en el noreste de Tailandia.
El animal responde al nombre de Mongkhon y tiene seis años de edad, y su mirada parece reflejar el cansancio de largas jornadas por el asfalto de Bangkok, aunque se muestra juguetón con los peatones, a quienes acaricia con su trompa.
Saamjon gana todas las noches unos 300 bat (9 dólares o 6 euros), aunque otros compañeros llegan a recaudar hasta 1.000 bat (30 dólares o 20 euros) diarios en un recorrido de unos 12 kilómetros.
El salario medio mensual de un trabajador en una fábrica de Tailandia ronda los 7.000 bat.
El episodio de los elefantes como reclamo turístico en el antiguo Reino de Siam comenzó hace unos cuarenta años cuando la Autoridad Turística de Tailandia llevó unos ejemplares a Bangkok para exhibirlos.
Cuando los dueños de los animales se percataron del potencial económico aumentó el número de paquidermos por las calles de las ciudades, donde deben sortear coches, motocicletas, camiones y viandantes, y a veces causan un caos circulatorio colosal.
La tendencia se aceleró a partir de 1989, cuando el Gobierno prohibió casi completamente la tala de árboles, lo que dejó desempleados a miles de ellos.
Según la organización no gubernamental Traffic, unos 1.000 paquidermos bajan en la temporada alta, entre octubre y mayo, a las ciudades de Tailandia, de los que 200 se dejan ver en Bangkok.
"Los elefantes sufren estrés por el denso tráfico y empeoran su salud por la gran cantidad de humo que expelen los coches", señaló el secretario general de la Fundación del Elefante Asiático de Tailandia (AEFT), Parntep Ratanakorn.
"Estos animales pueden convivir con los humanos porque son domésticos, pero necesitan espacios amplios y, desde luego, su lugar no son las concurridas calles de Bangkok", agregó el veterinario.
En su opinión, hace falta que el Gobierno aplique seriamente la ley y que los "manhout" cooperen para acabar con los elefantes urbanos.
"Ni siquiera pueden detener a los 'manhout', que son los únicos capaces de controlar a los elefantes. Además, sería un problema para la Policía tener que alimentar al animal", apuntó Ratanakorn.
En Tailandia conviven unos 2.500 elefantes asiáticos salvajes y más de 2.000 domesticados, que llegan a pesar 3,5 toneladas y medir 3 metros. Su esperanza de vida es de unos 70 años.
A comienzos del siglo XX, más de 100.000 elefantes vivían en Tailandia, pero su población cayó vertiginosamente hasta quedar en 13.397 ejemplares en 1952.
Mientras no les busquen una salida, y aunque sean venerados, un gran número de los descendientes de los elefantes que libraron las épicas batallas del Reino de Siam continuarán pidiendo limosna en las calles de Bangkok y otras ciudades.