28/12/09

Daniel Hadad estrenará la casa que él mismo diseñó



Durante tres años la alquiló, hasta que en marzo pasado la compró. La demolió para hacerla a su gusto. Tiene 1.025 metros cuadrados cubiertos y la bautizó “Masada”.
Por Ernesto Ise



Hasta ahora, el único documento escrito sobre Masada se encuentra en La guerra de los judíos, escrito por Flavio Josefo, nombre que adoptó Josef Ben Matitiahu*, líder de la gran rebelión judía contra Roma, cuando éste finalmente, se hizo ciudadano romano. Pero esa es otra historia; una incomparable con la de Masada, término que en hebreo significa “fortaleza”.

Ubicada en el desierto de Judea, a 450 metros de altura y con una vista única del Mar Muerto, fue Herodes quien convirtió a este sitio en un refugio y fortaleza de relevancia. Convertido en rey y sintiéndose poco seguro en Jerusalén, construyó allí –en una superficie romboidal de poco más de nueve hectáreas– su palacio, almaneces, depósitos para armas y artillerías, cuarteles, armería y un sistema de cisternas que proveía agua todo el año. Pero es setenta y cinco años después de su muerte cuando sucede en Masada un hecho que simboliza la determinación de este pueblo por ser libre.

Arrebatada a los romanos por un grupo de judíos rebeldes–en algunos libros se los denomina sicarios–, éstos resisten desde allí durante varios años hasta que el gobernador romano Flavio Silva avanza sobre ella después de un operativo que demandó más de un año de organización. Ante la inminente derrota y para evitar ser prisioneros o esclavos, según el relato escrito por Flavio Josefo, en una reunión con el líder Eleazan Ben Yair se decidió la “muerte” colectiva de la siguiente manera: como el suicidio no está “contemplado” en la religión, los hombres mataron a sus familias, luego se eligieron a unos para que dieran muerte al resto y los que quedaron se inmolaron prendiendo fuego la fortaleza, con excepción del depósito de alimentos; querían demostrar a los romanos que actuaban por decisión propia, no por desesperación. Cuando los hombres de Flavio Silva finalmente accedieron, sólo encontraron a dos sobrevivientes mujeres de los casi mil habitantes de Masada.

Este lugar, en 2001, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la ONU y forma parte del recorrido turístico imperdible de Israel. Fue esta historia de resistencia y heroísmo la que también conmovió a Daniel Hadad cuando este año visitó ese país con toda su familia. Y por eso, a la casa que estrenará este verano en Punta del Este, decidió bautizarla “Masada”.

Vidriera al mar. Desde que el empresario periodístico comenzó a veranear en el balneario esteño, tenía predilección por las casas de Punta Piedras, una de las zonas que, por su ubicación, tiene el privilegio de ser uno los terrenos más próximos al mar. Con sus hijos aún pequeños, esas propiedades ofrecen la verdadera sensación de playa propia y, quizá, mayor privacidad que otras. La única desventaja es que, a veces, el mar se torna algo peligroso para dejar a los chicos solos.

Como sucede con muchos padres, casi siempre la edad de los hijos termina por definir la elección del lugar donde alquilar. Con hijos preadolescentes, La Barra se convierte en una de las zonas del recorrido obligado de éstos, después de un día de playa, especialmente para los que evitan movilizarse hasta la Península. Es así que desde hace tres años, Daniel Hadad alquila una casa en esa zona esteña. La crisis mundial de 2009 y la incertidumbre financiera le jugaron a favor a la hora de convencer a la dueña –una brasileña que vive entre Buenos Aires y San Pablo– de venderle la propiedad; en marzo, cerró la operación.

Ubicada en primera línea, sobre el arroyo Maldonado, la casa original se construyó en 1978 y tenía una superficie de 500 metros cubiertos. Como la arquitectura no era de su gusto, Hadad la demolió y sobre los cimientos comenzó a construir una nueva a la que sumó otros 525 metros cubiertos. Con la idea de lo quería en su cabeza, se encargó de diseñarla soportando incluso el comentario de una amiga arquitecta, quien le dijo que la casa no tenía ni la armonía ni la simetría perfectas. Cemento, cristal y pisos de porcelanato simple dominan la propiedad en la que se distribuyen, en la planta baja, comedor, living, cocina y dependencias; en la superior, cuatro dormitorios en suite y el escritorio, un espacio al que Hadad ha dedicado mucho tiempo de diseño. Los cuartos de sus hijos pueden albergar hasta cuatro personas: este año, los tres invitaron a siete amigos a veranear. Además de la piscina –aún no terminada– , hay un gran parque que, en breve, tendrá terminado el acceso directo a la playa. También en varias paredes externas, se han instalado cámaras de seguridad, algo que hasta en Uruguay preocupa al empresario. Desde la playa, los amplios ventanales permiten ver todo su interior, pero esto no es algo que preocupe al empresario, quien después de recibir varias veces ese comentario dice que, lo mismo le decían de su propiedad del country Martindale –que también tiene grandes paneles vidriados–; hasta que se acostumbraron a la casa.

En Masada, una veintena de obreros trabaja a diario; Hadad espera inaugurarla en febrero. Mientras, descansará con su familia en la casa alquiló por todo el mes de enero.