

Serena Curtis, una mujer inglesa de 31 años de edad y madre de tres hijos, disfrutaba de una noche con sus amigas y entre copa y copa no tuvo mejor idea que meterse en la silla de su bebé.
La broma terminó mal y Serena quedó atrapada en la sillita sin poder salir, luego de una hora, su amiga decidió llamar a los bomberos en busca de ayuda.
Para sacarla, los bomberos debieron cortar la silla: "Yo estaba tan avergonzada. Pero por suerte parte de la silla escondía mi rostro. Estábamos muy contentos y me decidí a hacer una broma. Me alegro de que el cuerpo de bomberos se diera cuenta de que fue un accidente".