
federalismo y en repetidas ocasiones se vio obligado a intervenir provincias en las que se elegían gobernantes por el fraude. Tuvo siempre un amplio y mayoritario apoyo popular. Su entierro fue apoteósico. Una multitud nunca vista acompañó sus restos mortales desafiando las medidas represivas que tomó el gobierno del general Justo, para impedirlo. Vivió siempre en un marco de austeridad republicana en una humilde casa del barrio de Constitución (Brasil 1039) que fue saqueada, e incendiada el 6 de Septiembre de 1930, día infausto en que fue desalojado del gobierno. Antes de llegar a la función pública poseyó una sólida fortuna formada en sus empresas agropecuarias, la que puso al servicio de sus actividades cívicas. Murió en la pobreza. Tanto como profesor, como cuando ejerció la presidencia, donó sus sueldos. Fue un hombre ético que predicó siempre esa virtud como imprescindible en la vida política y que constituye uno de sus importantes legados a la doctrina de la Unión Cívica Radical.