Para Adam Walker, la experiencia fue "un sueño hecho realidad". El deportista se encontraba nadando en Nueva Zelanda durante una prueba de 25.7 kilómetros con fines benéficos. La misma buscaba recaudar fondos para le preservación de delfines y ballenas. Y en un giro del destino, fueron ellos quienes "salvaron" al británico. Walker avistó a un tiburón blanco que se encontraba debajo de él, y rápidamente un grupo de 10 delfines se acercaron a su lado, como protegiéndolo. Los cetáceos acompañaron a Walker durante lo que restaba del trayecto, que duró poco más de una hora.