En Buenos Aires, en Mar del Plata, en Rosario y en Balcarce, la artesanía del bolillo se mantiene gracias al tesón de escasas profesoras y al interés de muchas alumnas, que beben en numerosas fuentes (en el Centro Gallego, el Centro de Castilla y León o el Casal de Cataluña, por ejemplo.) Una de las principales promotoras del bolillo que apenas se practica en España, es Inés Fernández, profesora en Buenos Aires que estará invitada por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de 25 de Mayo, el viernes y el sábado próximo en la Casa de la Cultura.
Inés Fernández conoció la artesanía de niña y la practicó. En 1999, contactó a Carmiña Campos, entonces presidenta de la Asociación de Palilleiras de A Coruña, y desde entonces ha viajado a esa ciudad y a otras ciudades españolas en muchas ocasiones. Inés contactó también a otras mujeres que practicaban el encaje en Argentina y en el 2001 organizó un primer encuentro en el que participaron 75 artesanas. La búsqueda siguió e Inés ha declarado que “ van apareciendo más y más, 
Algo de historia
En su página de internet( www.elbolillo.com.ar) las autodenominada “encajeras” cuentan que: “Desde la antigüedad el hombre, y la mujer, han querido siempre embellecer sus vestimentas. Las primeras habilidades, únicamente manuales, con el empleo de agujas o palillos, se remontan al comienzo de nuestra civilización occidental, en Asiria, y especialmente en Egipto. Más tarde Grecia acaparó la hegemonía, desde donde el encaje se difunde rápidamente por todo el mediterráneo, precisamente en el sur de Italia, la Magna Grecia, y el naciente y floreciente mundo árabe musulmán que desde el siglo VIII expande e implanta su cultura en Sicilia, en la península ibérica, desde aquí a Flandes (actual parte de Francia, Bélgica y Holanda) y más tarde por el norte de la península itálica. Sin embargo los descubrimientos arqueológicos evidencian la existencia de tejidos a manera de encajes en tiempos remotos, tal como ajuares funerarios descubiertos en muchos esqueletos en la Cueva de los Murciélagos en Albuños cerca de Granada. La palabra encaje aparece alrededor del siglo XVI con el significado de "labor tramada, encajada entre dos telas". Su edad de oro fue el periodo entre el siglo XV al XVIII donde todas las clases sociales participaron en las grandes realizaciones y usos de hermosos encajes, sea como pasamanería, sea con adorno en las prendas de vestir y como elemento de transacción comercial entre los países prósperos y vecinos de aquella época renacentista”.
