6/2/18

Claves para disfrutar del sol sin dañarse la piel

El sol es vida, pero también puede ser nuestro peor enemigo si nos exponemos de manera irresponsable. "Por un lado, ayuda a la síntesis de vitamina D en el organismo a través de la luz ultravioleta, que interviene en la formación de los huesos; además incide en nuestro estado de bienestar, es antidepresivo y está comprobado que uno genera endocrinas cuando está al aire libre. Pero también provoca daños en las células que son acumulativos: puede producir manchas en la piel, destruir las fibras elásticas produciendo flaccidez y arrugas y hasta lesiones cancerosas", explica
Guillermina Le Moglie, responsable de Comunicación científica de La Roche-Posay. Por esto es que el cuidado y la prevención toman una importancia significativa.
Para poder hacerlo con seguridad hay que usar la protección necesaria contra los rayos UVA y UVB. Pero, ¿sabemos realmente cuál es el más indicado y para qué sirve cada uno? "Cuando hablamos de filtros solares hay dos tipos, los que actúan reflejando la luz y evitan que penetre en el organismo, o los que actúan absorbiendo los rayos antes de que ingresen en la piel. Hasta no hace mucho tiempo sólo nos preocupábamos del SPF o la concentración que contenía para protegernos de las quemaduras que producen los UVB", afirma Guillermina Le Moglie.
Agrega: "Pero hoy sabemos que es importante no sólo el filtro, sino
que sea eficaz y que proteja de los otros rayos solares UVA e IR. Los UVA son los responsables del daño en la piel. Son los que incrementan el riesgo de cáncer cutáneo, aunque no producen quemaduras solares. Tienen capacidad de penetrar en la piel en profundidad. Y provocan igualmente las arrugas y el envejecimiento cutáneo. Además, son los que provocan los errores en el ADN. El daño de estos rayos se acumula en la piel con el tiempo. Los IR, los rayos infrarrojos, no son visibles pero aportan energía electromagnética y calor. La luz solar tiene rayos IR del tipo A, B y C, pero el IR A es el que penetra en la piel hasta la dermis. Al aumentar la temperatura en el interior de la piel provoca que ésta sea mucho más sensible a la radiación
ultravioleta".
PROTECCIÓN A MEDIDA. A la hora de broncearnos es fundamental saber cuál es nuestro fototipo de piel. Es una clasificación de las pieles según su capacidad de resistencia a la exposición solar sin quemarse. Marca la cantidad de radiación solar que se puede sostener.
Hay 6 tipos:
Fototipo I: son las más sensibles al sol, se queman a la más mínima exposición solar y se broncean con mucha dificultad. Suelen padecer problemas de alergias, pecas y manchas. Es la piel de los pelirrojos.
Fototipo II: es la piel más blanca, de las personas que son rubias. Se broncean muy poco, parecido al tipo I. También son fotosensibles.
Fototipo III: es el tipo de piel más habitual, sobre todo en los países mediterráneos. Personas de pelo castaño. Necesitan un filtro solar, ya que si no lo utilizan se queman rápidamente, aunque luego se broncean.
Fototipo IV: es el tipo de piel de las personas más morenas, frecuente en el mundo latino. Se broncean con facilidad cuando se exponen al sol. Necesitan menos filtro solar.
Fototipo V: son pieles más oscuras que las del tipo IV.
Fototipo VI: son las personas de piel negra. No se broncean. Aunque es aconsejable que usen filtro solar porque pueden sufrir las consecuencias de los rayos UVA en el interior de la piel. Con la edad, la piel se pone mucho más sensible, tiene mayor tendencia a las manchas, a las arrugas y aumenta su flaccidez.
Textos: VALERIA MARIÑO (vmarino@ atlantida.com.ar) Fotos: LATINSTOCK ARGENTINA/MAIA CROIZET