11/12/18

La historia del árbol de Navidad, la tradición de los regalos y la bombacha rosa


Diciembre ya llegó, y el espíritu navideño se respira en el aire, en estos días ronda un clima emocional que nos hace más generosos, más dispuestos al bienestar común. Es usual que comencemos a pensar en la decoración de la casa y en cómo y dónde se darán los festejos.

“El espíritu de ayuda a los demás ha trascendido al aspecto religioso”, opina la psicóloga Silvia Álava. Este sentimiento es mucho más que una sensación, ha quedado registrado en episodios históricos como en aquel 25 de diciembre de 1914, durante la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados salieron espontáneamente de las trincheras, decididos a no combatir ese día. En tiempos de guerra, auguraron paz y festejaron con sus enemigos la Navidad.
Ancladas en estos sentimientos de amor, paz y bienestar, las tradiciones que componen estas fechas nos abren a muchas culturas. La costumbre hace que se repitan año a año, se arma el arbolito de Navidad el 8 de diciembre, se entregan los regalos el 25, y se comparten determinados alimentos en una mesa común.
Del roble pagano al pino de Navidad
Los pueblos de Europa del Norte aún en la Edad Media seguían practicando el culto de tradición pagana a los árboles, muy especialmente al roble. Una vez al año, durante el solsticio de invierno, aquellos hombres se reunían, pidiendo protección para ellos, sus familias, ganados y cosechas. En el siglo VIII el sacerdote Bonifacio recibió la orden de el Papa Gregorio II de evangelizar a los nórdicos. Cuenta la tradición que el misionero, al llegar con los suyos a una aldea, derribó un roble donde se celebraría el ritual con un sacrificio como ofrenda. Al mismo tiempo señaló un pequeño abeto, como símbolo de la vida eterna porque sus hojas son siempre verdes. Cuenta la historia que así comenzó la tradición cristiana de usar un pino como árbol de Navidad.
Al principio se ponían velas y manzanas que representan, respectivamente, la luz de Cristo y la tentación. Con el tiempo las velas se reemplazaron por luces y las manzanas por esferas que son símbolos de los dones que Dios ofreció a los hombres: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, piedad.
Las esferas plateadas se colocan en representación de agradecimiento, las azules son signo de reconciliación, las doradas son símbolo de alabanzas, las rojas corresponden a las peticiones o deseos.
¿Por qué regalamos en Navidad?
En la antigua Roma, desde el siglo III aC, se celebraban durante varios días en diciembre, las populares “saturnalias” en honor a Saturno, dios de la agricultura. Al banquete que se festejaba en el foro romano, estaban todos invitados y había un novedoso cambio de roles en donde los amos atendían a los esclavos. Los agricultores celebraban el final de la cosecha de otoño. A la luz de velas y antorchas, los primeros festejos sucedían entre el 17 y 23 de diciembre. En el hemisferio Norte, es el período más oscuro del año y el nacimiento de un nuevo período de luz, coincidiendo el 25 de diciembre con el solsticio de invierno.
Eran siete días de bullicio, diversión e intercambio de regalos por parte de familiares y amigos. Entre los obsequios predominaban las velas y estatuillas de terracota.
Más tarde, la Iglesia Católica, en un intento de reemplazar las saturnales paganas, hizo coincidir en esas fechas la Navidad cristiana.
Siglos más tarde la tradición de los regalos en Navidad se unió con el conocido religioso Nicolás de Bari (en la vida real) a Papá Noel (en la leyenda).
Un vigilante de seguridad trabaja junto a varios árboles navideños en un centro comercial de Bangkok, Tailandia. Foto: EFE/ Diego Azubel
La tradición femenina de regalar una bombacha rosa
Entre las tradiciones que se suman a los ritos de Navidad existe una exclusivamente femenina, es la de regalar una bombacha rosa en Nochebuena. Los que le atribuyen un significado más cercano a lo religioso asocian el rosa con el color de una de las velas que se encienden el tercer domingo de Adviento (espacio de tiempo litúrgico anterior a la Navidad) como símbolo de la alegría por la llegada de Jesús. Por el mismo motivo se relaciona con la procreación y fertilidad, por eso es un regalo de buen augurio para las mujeres que desean la maternidad.
Es un regalo de mujer a mujer, generalmente entre las que comparten la cena de Nochebuena. El mito dice que si se desea la fertilidad se estrena el 25, en cambio si la idea es empezar el Año Nuevo con prosperidad y buena suerte se usa el 31, porque, según los estudiosos del significado de las velas y sus colores, el rosa atrae la buena suerte y también el amor.











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