4/5/22

Cómo el amor cambia el cerebro: una científica lo cuenta en primera persona

 

 ¿Podemos prescindir del amor? Durante muchos años, la neurocientífica Stephanie Ortigue creyó que la respuesta era afirmativa. Aunque investigaba la ciencia de las relaciones humanas, Ortigue -hija única y, entre los 20 y los 30 años, felizmente soltera- no podía comprender del todo la importancia del amor en su propia vida.
"Me dije a mí misma que no tener pareja me convertía en una investigadora más objetiva: podía investigar el amor sin estar bajo su hechizo", escribe en su nuevo libro, Conectados por el amor: el viaje de una neurocientífica a través del romance, la pérdida y la esencia de la conexión humana".
Pero entonces, en 2011, a los 37 años, conoció a John Cacioppo en una conferencia de neurociencias en Shangai. Cacioppo, que popularizó el concepto de que la soledad prolongada puede ser tan tóxica para la salud como fumar, la intrigó. Los dos científicos se enamoraron y se casaron.
Ella adoptó su apellido y pronto se convirtieron en colegas en la Facultad de Medicina Pritzker de la Universidad de Chicago (donde Ortigue dirige ahora el Laboratorio de Dinámica Cerebral), formando un equipo en casa y en el laboratorio.

 

Conectados por el amor es la historia neurobiológica de cómo el amor reconfigura el cerebro. También es una historia de amor personal -que dio un giro triste cuando John murió de cáncer en marzo de 2018. En una entrevista, habla de lo que hace exactamente el amor en el cerebro, cómo combatir la soledad y cómo el amor es, literalmente, un producto de la imaginación. Se editaron y condensaron las preguntas y respuestas para mayor claridad.
- Usted pasó de estar felizmente soltera, a estar en pareja y luego a perder a su marido. ¿Cómo le dio a conocer a él su investigación sobre el amor?
- Cuando nos conocimos, hablamos durante tres horas, pero no sentí que el tiempo pasara. Sentí euforia, por el aumento de dopamina. Me sonrojé, un signo de adrenalina. Nos acercamos físicamente y empezamos a imitarnos. Esto se debía a la activación de las neuronas espejo, una red de células cerebrales que se activan cuando te mueves o sientes algo, y cuando ves a otra persona moverse. Cuando se tiene una fuerte conexión con alguien, el sistema de neuronas espejo se potencia.
Rápidamente nos convertimos en "nosotros". Cuando John estuvo enfermo, fui a sus tratamientos de radioterapia. Compartimos la cama del hospital. Siempre estábamos juntos.
- ¿Qué le ocurre exactamente al cerebro cuando estamos enamorados?
- Cuando nos enamoramos de alguien, lo primero que notamos es lo bien que nos sentimos. Esto se debe a que el cerebro libera neurotransmisores de bienestar que aumentan nuestro estado de ánimo. Cuando encontramos el amor, es como los fuegos artificiales biológicos.
Nuestro ritmo cardíaco se eleva, nuestros niveles de la llamada hormona del amor, la oxitocina, aumentan, lo que nos hace sentir conectados. Nuestros niveles de la hormona y neurotransmisor norepinefrina se disparan, lo que nos hace perder la noción del tiempo; nuestros niveles de adrenalina aumentan y se dilatan los capilares de nuestras mejillas, haciéndonos sonrojar.

 Mientras tanto, nuestros niveles de serotonina, una hormona clave para regular el apetito y los pensamientos ansiosos intrusivos, descienden. Por eso, cuando estamos enamorados, es posible que comamos de forma irregular o que nos fijemos en pequeños detalles, preocupándonos por enviar "el texto perfecto", "decir las palabras perfectas" y repitiendo el texto o la llamada telefónica una y otra vez en nuestra cabeza.
Entonces, cuando empezamos a sentir una profunda sensación de calma y satisfacción con nuestra pareja, se activan áreas cerebrales que desencadenan no sólo emociones básicas, sino también funciones cognitivas más complejas. Esto puede conducir a varios resultados positivos, como la supresión del dolor, más compasión, mejor memoria y mayor creatividad. El amor romántico se siente como un superpoder que hace que el cerebro prospere.
- ¿Es necesario el amor para la supervivencia?
- El amor es una necesidad biológica, como el agua, el ejercicio o la comida. Mis investigaciones me han convencido de que una vida amorosa sana -que podría incluir una pareja amada, el círculo de amigos más cercano, la familia e incluso tu equipo deportivo favorito- es tan esencial para el bienestar de una persona como una buena dieta.
El amor -en la forma holística y expansiva en que concibo ahora el término- es lo contrario de la soledad. Cuando observamos la ausencia de relaciones positivas y saludables, vemos una cascada de desventajas físicas y mentales -desde la depresión hasta la hipertensión, pasando por la diabetes y la fragmentación del sueño.
Si no sentís que tenés una relación significativa, es como si tuvieras sed social, y tu cerebro envía una señal para decirte que necesitás ayudar a tu cuerpo social. Algunas de las mismas alarmas que se activan cuando la gente tiene sed se activan cuando la gente se siente socialmente desconectada de los demás. La clave es no suprimir estos sentimientos. Están destinados a ayudarnos a sobrevivir; debemos hacer algo al respecto.

Mientras tanto, nuestros niveles de serotonina, una hormona clave para regular el apetito y los pensamientos ansiosos intrusivos, descienden. Por eso, cuando estamos enamorados, es posible que comamos de forma irregular o que nos fijemos en pequeños detalles, preocupándonos por enviar "el texto perfecto", "decir las palabras perfectas" y repitiendo el texto o la llamada telefónica una y otra vez en nuestra cabeza.
Entonces, cuando empezamos a sentir una profunda sensación de calma y satisfacción con nuestra pareja, se activan áreas cerebrales que desencadenan no sólo emociones básicas, sino también funciones cognitivas más complejas. Esto puede conducir a varios resultados positivos, como la supresión del dolor, más compasión, mejor memoria y mayor creatividad. El amor romántico se siente como un superpoder que hace que el cerebro prospere.
- ¿Es necesario el amor para la supervivencia?
- El amor es una necesidad biológica, como el agua, el ejercicio o la comida. Mis investigaciones me han convencido de que una vida amorosa sana -que podría incluir una pareja amada, el círculo de amigos más cercano, la familia e incluso tu equipo deportivo favorito- es tan esencial para el bienestar de una persona como una buena dieta.
El amor -en la forma holística y expansiva en que concibo ahora el término- es lo contrario de la soledad. Cuando observamos la ausencia de relaciones positivas y saludables, vemos una cascada de desventajas físicas y mentales -desde la depresión hasta la hipertensión, pasando por la diabetes y la fragmentación del sueño.
Si no sentís que tenés una relación significativa, es como si tuvieras sed social, y tu cerebro envía una señal para decirte que necesitás ayudar a tu cuerpo social. Algunas de las mismas alarmas que se activan cuando la gente tiene sed se activan cuando la gente se siente socialmente desconectada de los demás. La clave es no suprimir estos sentimientos. Están destinados a ayudarnos a sobrevivir; debemos hacer algo al respecto.

  ¿El amor a distancia, el amor después de una ruptura o el amor por alguien que ha muerto afectan al cerebro de forma similar?
- Sí, se puede permanecer conectado con los demás aunque se esté físicamente solo en una habitación.
Cerrá los ojos ahora mismo y pensé en la persona que más querés. Ahora, pensá en la última vez que te hizo reír a carcajadas. ¿Te hace sonreír? Almacenamos estos recuerdos positivos en nuestra mente, y podemos acceder a ellos en cualquier momento. Tenemos el mando a distancia.
 

 

 

 

 

 

Por Hope Reese para The New York Times. Traducción: Patricia Sar.